¡Un pollo jugoso con una crujiente y seca piel, ¿qué puede ser más delicioso?! Este método de hornear pollo es extremadamente simple y no requiere ningún esfuerzo, ¡y qué delicia resulta al final, simplemente indescriptible! Para esta receta es muy importante elegir un pollo fresco de buena calidad, ya que al final obtenemos el sabor puro de la carne de pollo, sin marinadas adicionales ni nada más. La piel del pollo debe estar lisa, sin roturas ni pinchazos, tersa y firme. No te preocupes, el pollo no se salará en exceso, absorberá la cantidad justa de sal.
Carne de pollo
2 kg (pollo entero)
Sal
1 paquete (gruesa sin aditivos)
Para preparar el pollo a la sal, lavamos el pollo, luego lo secamos bien con paños o papel de cocina. Es importante secar bien el pollo para que la sal no se adhiera a la piel. Atamos las patas del pollo, y las puntas de las alas se pueden envolver con papel de aluminio para que no se quemen.
Vertemos la sal en un recipiente con bordes. Colocamos el pollo sobre la sal con la espalda hacia abajo. Esto es necesario para que los jugos queden dentro del pollo y no se filtren sobre la sal.
Colocamos el pollo en un horno precalentado a 180 grados durante 1 hora 20 minutos. La idea de esta receta es crear una especie de "sauna de sal" en el horno. La sal absorbe la humedad de la piel, la cual se vuelve seca y crujiente, parecida a un pergamino, y evita que la humedad se escape de la carne. La carne queda jugosa, y los excesos de humedad y jugos se acumulan en la cavidad del pollo. Al finalizar el tiempo indicado, sacamos el pollo y comprobamos su cocción. Pinchamos el pollo con un palillo, si el jugo es transparente, está listo.
Lo más importante es no dejar que el pollo se seque en exceso. Por lo tanto, el tiempo de horneado se calcula aproximadamente así: 1 kg de pollo congelado se hornea durante 35-40 minutos. Para mi pollo de 2 kg, necesitó 1 hora 20 minutos.
¡Así que nuestro pollo a la sal está listo! Lo trasladamos con mucho cuidado a un plato hondo, ya que tiene mucho jugo caliente en su interior.
Intenta que el jugo quede en el interior, no toque la piel del pollo y así evitar un contacto posterior con la sal. Luego enfriamos la sal que quedó en el recipiente (se endurecerá). Después podemos golpearla con un martillo y sacarla en trozos para desecharla.